viernes, 17 de diciembre de 2010

CUIDADO CON EL PERRO. No todo es lo que parece


Autor; Nelson Barbon

Estacione la camioneta frente a la dirección que me dieron, era una casa modesta con un pequeño jardín al frente, enclavada en una típica calle de barrio, tome mi maletín con las herramientas de plomero y me acerque a la puerta para tocar el timbre, sobre la misma había un cartel de chapa pintada que rezaba, "CUIDADO CON EL PERRO" en grandes letras negras.

Oí el repiqueteo del timbre y a continuación una voz grave que decía

– Pase por favor- abrí la puerta de ingreso al jardín y fui hasta la puerta de entrada que se encontraba bajo una pequeña galería donde había un banco de madera con almohadones y de aspecto confortable, golpee y espere.

De pronto sentí la sensación de ser observado por detras, al girar la cabeza, vi con sorpresa y no poco temor que un doberman enorme me observaba con curiosidad, sentado sobre sus cuartos traseros, me di vuelta lentamente conteniendo la respiración, los perros nunca me agradaron del todo y menos aun los perros grandes que poseen afilados dientes.

La gente cuando tiene miedo suele hacer tonterías, y yo no soy la excepción a la regla, levante tímidamente mi mano izquierda y dije –hola-, sintiéndome el colmo de estúpido, pero para mi sorpresa una voz grave y bien modulada que salía del perro me respondió –hola-

El animal me seguía mirando sin asomo de agresividad, así que poco a poco me fui calmando, el perro me miro fijo a los ojos y pregunto -cuál es tu nombre ¿-, Roberto respondí yo sintiéndome un poco ridículo, -el mío es Boltan- me respondió el perro con voz profunda y tono amable.

Una vez hechas las presentaciones formales, Boltan me invito a sentarme en el banco de madera de aspecto confortable, como no quise desairarlo ni deseaba que abandonase su actitud amable y tolerante, lo hice con prontitud.

-de donde sos- me pregunto Boltan, que obviamente se sentía comunicativo y con deseos de charlar.

-vivo cerca de aquí, vos también sos de aquí ¿- le respondí y le pregunte.

-no, soy de Brasil- me dijo

-¿de Brasil ¿- pregunte con indisimulada sorpresa.

A continuación Boltan comenzó a relatarme una triste historia, me conto que el había nacido en Brasil, era hijo de una familia de prosapia aristocratica, con antepasados cubiertos de premios, pero al poco tiempo, con solo 60 dias de vida, alguien le había comprado al dueño de su madre toda la lechigada y los traslado a Buenos Aires, allí los vendió a distintas familias separando a Boltan de sus hermanos y hermanas.

La voz grave y bien modulada de Boltan me fue introduciendo en el relato de su vida, y poco a poco todo mi temor desapareció dando lugar a una gran simpatía por el canido parlanchin, hasta que el dramatismo del relato provoco que una pequeña lagrima rodara por mi mejilla.

-nunca más viste a tu familia ¿- le pregunte totalmente absorbido y conmovido por el dramatismo de la historia.

-hace unos días vi a una de mis hermanas, pero me duro poco la felicidad, ya que me entere que ayer mismo la atropello un automóvil y la mato-

-lo siento mucho- le dije, sintiéndo una gran congoja en mi pecho, muy a mi pesar debo reconocer que el can logro demoler mi antigua desconfianza por los perros, siendo reemplazada por una potente corriente de simpatia.

-justo estaba por ir a su entierro cuando llegaste- me dijo Boltan al borde de las lagrimas.

-lo siento, puedo hacer algo por vos ¿- le pregunte

-quería llevarle flores, pero no tengo dinero, si me pudieras prestar algo te lo agradecería mucho- me dijo Boltan con voz queda

El canido menciono un cifra que me sonó un poco exagerada, pero estaba tan apenado por su desgracia que no me atreví a cuestionarlo, y le entregue lo que me pedía.

Boltan se dio vuelta, y de un salto gano la calle atravesando la pequeña valla y se perdió rapidamente de vista, yo me quede sentado meditando sobre todo lo que había oido de boca de Boltan.

A los 5 minutos llego una mujer y me pregunto si era el plomero que había solicitado, le dije que si, y a continuación me pregunto si había visto al perro, le dije que se había ido calle abajo, la mujer me miro alarmada y me pregunto –supongo que no le habrá dado dinero¿- yo respondí afirmativamente e intente una explicación, pero ella me interrumpió.

-no debió haber hecho eso- me dijo

-pe…pe…pero- dije yo balbuceante –me dijo que había muerto su hermana-

-le mintió- me dijo la mujer ya enojada, -Boltan es un jugador compulsivo, ya se ha gastado una fortuna en el hipódromo- me dijo a los gritos –es que Ud. no lee los carteles ¿- dijo, en obvia referencia al cartel colocado en la entrada.

Me aleje de allí con un sabor amargo en la boca, y con la firme intención de prestar más atención a los carteles.

Guau

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