jueves, 23 de octubre de 2014

Biografia y obra de Charles Bukowski

Charles Bukowski, bautizado como Heinrich Karl Bukowski (Andernach; 16 de agosto de 1920 - Los Ángeles; 9 de marzo de 1994), fue un escritor y poeta estadounidense nacido en Alemania.

A menudo fue erróneamente asociado con los escritores de la Generación Beat, debido a sus similitudes de estilo y actitud. La escritura de Bukowski está fuertemente influida por la atmósfera de la ciudad donde pasó la mayor parte de su vida, Los Ángeles. Fue un autor prolífico, escribió más de cincuenta libros, incontables relatos cortos y multitud de poemas. A menudo es mencionado como influencia de autores contemporáneos y su estilo es frecuentemente imitado. Murió de leucemia en 1994, a la edad de 73 años. Hoy en día es considerado uno de los escritores más influyentes y símbolo del "realismo sucio" y la literatura independiente.

"La obra de Charles Bukowski recibió tantas críticas negativas como positivas. Se le acusó de practicar un estilo soez como mero exhibicionismo literario y de reiterar sus obsesiones de modo efectista. Otros críticos, en cambio, realzaron su autenticidad y su condición de escritor maldito."

Biografías y vidas4

Biografía

Infancia y juventud

Nació en 1920 en la localidad alemana de Andernach. Su madre Katharina Fett, era alemana nativa, mientras que su padre era estadounidense de ascendencia polaca. Se casaron un mes antes de que Charles naciera.

Con el hundimiento de la economía alemana después de la Primera Guerra Mundial, la familia se mudaría a Baltimore en 1923. Para que sonara más estadounidense, sus padres comenzaron a llamarle "Henry". Más tarde se trasladarían a un suburbio de Los Ángeles. Durante su niñez, su padre, que frecuentemente estaba en paro, maltrataba a Bukowski (hechos que él mismo relata en multitud de poemas y relatos, y en la novela La senda del perdedor). Además, no fue muy bien aceptado en el colegio de pequeño (tenía marcas por la cara debidas al acné, lo cual hacía mayor el rechazo sufrido).5 Junto con su timidez, esto hizo que se refugiara en la lectura en la primera etapa de su vida.

Tras graduarse en el Instituto de Secundaria de Los Ángeles cursó estudios de arte, periodismo y literatura en la Universidad de Los Ángeles durante dos años.

Primeras publicaciones

A los 24, su relato corto Aftermath of a Lengthy Rejection Slip fue publicado en Story Magazine. Dos años más tarde le publicarían otro relato 20 Tanks From Kasseldown (1946), esta vez en otro medio. Fue cuando Bukowski se desilusionó con el proceso de publicación por lo cual dejó de escribir durante una década. Durante este tiempo estuvo viviendo en Los Ángeles, aunque también pasó un tiempo vagando por los Estados Unidos, dedicándose a trabajos temporales que iba dejando y permaneciendo en pensiones baratas.

Comenzando los años 50, Bukowski comenzó a trabajar como cartero en Los Ángeles, en el servicio postal de los Estados Unidos, en el que permaneció tres años. En 1955 lo hospitalizaron con una úlcera sangrante muy grave. Cuando salió del hospital, comenzó a escribir poesía. En 1957, se casó con la escritora y poeta Barbara Frye, pero se divorciaron más tarde, en 1959. Frye dudaba a menudo de la habilidad de Bukowski como poeta. Una vez divorciados, Bukowski continuó bebiendo y escribiendo poesía.

Años 60

Antes de que empezaran los 60, volvió a la oficina de correos en Los Ángeles, donde continuó trabajando una década. En 1964, tuvo una hija, Marina Louise Bukowski, nacida de su relación con su novia Frances Smith. Más tarde, Bukowski vivió en Tucson un periodo breve de tiempo, donde entabló amistad con Jon Webb y Gypsy Lou, que le animaron a publicar y vivir de su literatura.

Gracias a Webb comenzó a publicar algunos poemas en la revista de literatura The Outsider. Loujon Press publicó It Catches my Heart In Its Hand en 1963, y A Crucifix in a Deathhand dos años más tarde. Fue cuando Bukowski conoció a Franz Douskey, amigo de Jon Webb, a quien solía visitar regularmente en su pequeña casa de Elm Street que también servía como centro de publicación. Webb, Bukowski y Douskey pasaron un tiempo juntos en Nueva Orleans.

Comenzando 1967, Bukowski escribía la columna Notes of A Dirty Old Man para el periódico independiente de Los Ángeles Open City. Cuando fue cerrado en 1969, la columna se trasladó a Los Angeles Free Press. Ese año publicó una recopilación de las mejores columnas escritas para el periódico con ese mismo título.

Los años con Black Sparrow Press

En 1969, después de que el editor John Martin de Black Sparrow Press le prometiera una remuneración de cien dólares mensuales de por vida, Bukowski dejó de trabajar en la oficina de correos, para dedicarse a escribir todo el tiempo. Tenía entonces 49 años. Como él mismo explicó en una carta en ese entonces, “tengo dos opciones, permanecer en la oficina de correos y volverme loco… o quedarme fuera y jugar a ser escritor y morirme de hambre. He decidido morir de hambre”.6 Pasó menos de un mes tras dejar el trabajo en la oficina de Correos, cuando acabó su primera novela, Post Office (titulada Cartero en castellano).

Debido a la confianza que John Martin depositó en él cuando era un escritor relativamente desconocido y a la ayuda financiera, Bukowski publicó casi todo su trabajo literario con Black Sparrow Press. En 1976 conoce a Linda Lee Beighle, dueña de un restaurante de comida sana. Dos años más tarde, la pareja se mudó desde la parte este de Hollywood, donde Bukowski había vivido la mayor parte de su vida, a San Pedro, el distrito más al sur de la ciudad de Los Ángeles. Bukowski y Linda Lee fueron casados por Manly Palmer Hall en 1985. Bukowski habla de ella en las novelas Mujeres y Hollywood, en su mayor parte autobiográficas, a través del personaje de Sara.

Bukowski ha sido traducido a más de una docena de idiomas, incluidos español, francés, alemán y portugués. Es visto como icono de la decadencia estadounidense y de la representación nihilista característica después de la Segunda Guerra Mundial. Su falta de ambición y compromiso con él mismo y con el resto del mundo, convierten a este escritor en una de las influencias de bastantes autores contemporáneos entre los cuales podemos encontrar a Alberto Fuguet, Pedro Juan Gutiérrez, Karmelo C. Iribarren, Roger Wolfe, Raúl Núñez y al grupo de rock inglés Dogs D'amour.

Bukowski murió de leucemia el 9 de marzo de 1994 en San Pedro, California, a la edad de 73 años, poco después de terminar su última novela Pulp. Sus restos fúnebres fueron conducidos por monjes budistas. En su lápida se lee: “Don't try".

Extraordinariamente prolífico en la madurez, primero Black Sparrow y, desde 2002, Ecco Press de HarperCollins dan a conocer la parte de su obra aún inédita. Además de la novela citada, gran cantidad de relatos, ensayos, diarios, cartas y, sobre todo, nuevos poemas que ocupan varios nuevos volúmenes.

Obra

Los títulos traducidos aparecen en negrita

Novela

Cuentos y ensayos

  • Secuelas de una larguísima nota de rechazo, Editorial Nórdica, 2008 (Aftermath of a Lengthy Rejection Slip, 1944)
  • Confessions of a Man Insane Enough to Live with Beasts, Mimeo Press, 1965
  • All the Assholes in the World and Mine, Open Skull Press, 1966
  • Escritos de un viejo indecente, Anagrama, 1978 (Notes of a Dirty Old Man, Essex House, 1969)
  • Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones, Anagrama, 1978 (traducción de algunos cuentos de Erections, Ejaculations, Exhibitions and General Tales of Ordinary Madness, City Lights Books, 1972)
  • La máquina de follar, Anagrama, 1978 (traducción de algunos cuentos de Erections, Ejaculations, Exhibitions and General Tales of Ordinary Madness, City Lights Books, 1972)
  • Se busca una mujer, Anagrama, 1987 (South of No North, Black Sparrow, 1973)
  • Música de cañerías Anagrama, 1987 (Hot Water Music Black Sparrow, 1983)
  • Tales of Ordinary Madness, City Lights Books, 1983, primera parte de la reedición en dos volúmenes de Erections, Ejaculations, Exhibitions and General Tales of Ordinary Madness
  • The Most Beautiful Woman in Town, City Lights Books, 1983, segunda parte de la reedición en dos volúmenes de Erections, Ejaculations, Exhibitions and General Tales of Ordinary Madness
  • Hijo de Satanás, Anagrama, 1993 (traducción de los cuentos de Septuagenarian Stew: Stories & Poems, Black Sparrow, 1990)
  • 10 relatos eróticos, antología, Random House Mondadori
  • Fragmentos de un cuaderno manchado de vino. Relatos y ensayos inéditos 1944-1990, Anagrama, 2009 (Portions of a Wine-Stained Notebook: Short Stories and Essays 1944-1990, Black Sparrow, 2008)
  • Ausencia del héroe. Relatos y ensayos inéditos 1946-1992, Anagrama, 2012 (Absence of the Hero, City Lights Books, 2010)

Poesía

  • Flower, Fist and Bestial Wail, Hearse Press, 1960
  • Poems and Drawings, Epos, 1962
  • Longshot Poems for Broke Players, 7 Poets Press, 1962
  • Run with the Hunted, Midwest Poetry Chapbooks]], 1962
  • It Catches my Heart in Its Hands: Poems 1955-1963, Loujon Press, 1963
  • Crucifix in a Deathhand: Poems 1963-1965, Loujon Press, 1965
  • Cold Dogs in the Courtyard, Literary Times-Cyfoeth Press, 1965
  • The Genius of the Crowd, 7 Flowers Press, 1966
  • 2 by Bukowski, 1967
  • The Curtains are Waving, 1967
  • At Terror Street and Agony Way: Poems 1965-1968, Black Sparrow, 1968
  • Poems Written Before Jumping Out of an 8 Story Window, Poetry X / Change, 1968
  • A Bukowski Sampler, Quixote Press, 1969
  • The Days Run Away Like Wild Horses Over the Hills, Black Sparrow, 1969
  • Fire Station, 1970
  • Ruiseñor, deséame suerte, Visor, 2014 (Mockingbird Wish Me Luck, Black Sparrow, 1972)
  • Me and Your Sometimes Love Poems, KissKill Press, 1972
  • While the Music Played, 1973
  • Arder en el agua, ahogarse en el fuego. Poemas escogidos 1955-1973, La Poesía, señor hidalgo, 2005 (Burning in Water, Drowning in Flame: Selected Poems 1955-1973, Black Sparrow, 1974)
  • Africa, Paris, Greece, 1975
  • Scarlet, Black Sparrow, 1976
  • Maybe Tomorrow, 1977
  • El amor es un perro del infierno. Poemas 1974-1977, Visor, 2010 (Love is a Dog from Hell: Poems 1974-1977, Black Sparrow, 1977)
  • Play the Piano Drunk Like a Percussion Instrument Until the Fingers Begin to Bleed a Bit, Black Sparrow, 1979
  • Dangling in the Tournefortia, Black Sparrow, 1981 ó 1982
  • Guerra sin cesar. Poemas 1981-1984 Visor, 2008 (War All the Time: Poems 1981-1984, Black Sparrow, 1984)
  • You Get So Alone at Times That It Just Makes Senses, Black Sparrow, 1986
  • Madrigales de la pensión. Primeros poemas escogidos 1946-1966, Visor, 1999 (traducción de algunos poemas de The Roominghouse Madrigals: Early Selected Poems 1946-1966, Black Sparrow,1988)
  • Septuagenarian Stew: Poems & Stories, Black Sparrow, 1990
  • Poemas de la última noche de la Tierra, DVD Ediciones, 2004 (The Last Night of the Earth Poems, Black Sparrow, 1992)
  • Betting on the Muse: Poems & Stories, Black Sparrow, 1996
  • Bone Palace Ballet: New Poems, Black Sparrow, 1997
  • Lo más importante es saber atravesar el fuego. Nuevos poemas La Poesía, señor hidalgo, 2002 (What Matters Most is How Well You Walk Through the Fire: New Poems, Black Sparrow, 1999)
  • Open All Night: New Poems, Black Sparrow, 2000
  • The Night Torn Mad with Footsteps: New Poems, Black Sparrow, 2001
  • Escrutaba la locura en busca de la palabra, el verso, la ruta. Nuevos poemas, Visor, 2005 (Sifting Through the Madnessfor the Word, the Line, the Way: New Poems, Black Sparrow, 2002)
  • As Buddha Smiles, 2003
  • New Poems Book 1, Virgin, 2003
  • New Poems Book 2, Virgin, 2003
  • The Flash of the Lightning Behind the Mountain, Ecco Press, HarperCollins, 2004
  • New Poems Book 3, Virgin, 2004
  • Slouching Toward Nirvana, 2005
  • ¡Adelante! Nuevos poemas Visor, 2007 (Come on in!: New Poems, Ecco Press, HarperCollins, 2006)
  • La gente parece flores al fin. Nuevos poemas, Visor, 2009 (The People Look Like Flowers at Last: New Poems Ecco Press, HarperCollins, 2007)
  • Los placeres del condenado. Poemas 1951-1993, antología, selección de John Martin, Visor, 2011 (The Pleasures of the Damned. Poems 1951-1993, Ecco Press, HarperCollins, 2007)
  • El padecimiento continuo, Visor, 2009 (The Continual Condition, Ecco Press, HarperCollins, 2009)
  • 100 poemas, antología en dos volúmenes, Emptybeercan, 1993
  • El infierno es un lugar solitario, antología, Txalaparta, 1997
  • 20 poemas, antología, Grijalbo Mondadori, 1998

Crónicas, diarios y correspondencia

  • Shakespeare nunca lo hizo, Anagrama, 1999 (Shakespeare Never Did This, City Lights Books, 1979)
  • The Bukowski/Purdy Letters, Paget Press, 1983
  • Screams from the Balcony: Selected Letters (volume 1), Black Sparrow, 1993
  • Living on Luck: Selected Letters 1960s-1970s (volume 2), Black Sparrow, 1995
  • El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, Anagrama, 2000 (The Captain is Out to Lunch and the Sailors Have Taken Over the Ship, Black Sparrow, 1998)
  • Reach for the Sun: Selected Letters 1978-1994 (volume 3), Black Sparrow, 1999
  • Noche de escupir cerveza y maldiciones. La correspondencia de Charles Bukowski y Sheri Martinelli 1960-1967, La Poesía, señor hidalgo, 2007 (Beerspit Night and Cursing: The Correspondence of Charles Bukowski & Sheri Martinelli 1960-1967, Black Sparrow, 2001

Otras obras

  • Lo que más me gusta es rascarme los sobacos. Fernanda Pivano entrevista a Bukowski, Anagrama, 1983 (Quello que mi importa e' grattarmi sotto le ascelle, SugarCo Edizioni, 1982)
  • The Movie: Barfly, guion de la película, Black Sparrow, 1989
  • Peleando a la contra, antología que incluye poemas, cuentos y fragmentos de novelas seleccionados por John Martin, Anagrama, 1995 (Run with the Hunted, HarperCollins, 1993)
  • Bailando con la muerte, 2004, edición de Hanz Polilla y dibujos de Fernando Laguna Silva

Obras relacionadas

Películas

  • Bukowski at Bellevue (1970), lectura de poemas
  • Supervan (Lamar Card, 1976), cameo
  • There's Gonna Be a God Damn Riot in Here (Dennis Del Torre, 1979, estrenada en DVD en 2008), lectura de poemas
  • The Last Straw (Jon Monday, 1980, estrenada en DVD en 2008), lectura de poemas
  • Storie di ordinaria follia (Ordinaria locura, Marco Ferreri, 1981), película inspirada en relatos de Bukowski
  • Barfly (El borracho, Barbet Schroeder, 1987), película con guion del propio Bukowski que posteriormente inspiró la novela Hollywood, acerca de sus vivencias durante el rodaje
  • Love is a Dog from Hell (Crazy Love) (Dominique Deruddere, 1987), película inspirada en relatos de Bukowski
  • Lune froide (Cold Moon) (Patrick Bouchitey, 1991), adaptación de los relatos The Copulating Mermaid of Venice y Trouble with the Battery.
  • Bukowski: Born Into This (John Dullaghan, 2002), documental
  • Factótum (Bent Hamer, 2005), película adaptación de la novela homónima
  • The Suicide (Jeff Markey, 2006), cortometraje adaptación de un relato de Bukowski
  • On Though Mother (Dennis Del Torre y Jon Monday, 2010), edición en DVD de las lecturas There's Gonna Be a God Damn Riot in Here (Dennis Del Torre, 1979) y The Last Straw (Jon Monday, 1980)

 

El principiante

Charles Bukowski

Bien, dejé el lecho de muerte y salí del hospital del condado y conseguí un trabajo como encargado de almacén. Tenía los sábados y los domingos libres y un sábado hablé con Madge:

-Mira, nena, no tengo prisa por volver a ese hospital. Tendría que buscar algo que me apartara de la bebida. Hoy, por ejemplo, ¿qué se puede hacer sino emborracharse? El cine no me gusta. Los zoos son estúpidos. No podemos pasarnos todo el día jodiendo. Es un problema.

-¿Has ido alguna vez a un hipódromo?

-¿Qué es eso?

-Donde corren los caballos. Y tú apuestas.

-¿Hay algún hipódromo abierto hoy?

-Hollywood Park.

-Vamos.

Madge me enseñó el camino. Faltaba una hora para la primera carrera y el aparcamiento estaba casi lleno. Tuvimos que aparcar a casi un kilómetro de la entrada.

-Parece que hay mucha gente -dije.

-Sí, la hay.

-¿Y qué haremos ahí dentro?

-Apostar a un caballo.

-¿A cuál?

-Al que quieras.

-¿Y se puede ganar dinero?

-A veces.

Pagamos la entrada y allí estaban los vendedores de periódicos diciéndonos:

-¡Lea aquí cuales son sus ganadores! ¿Le gusta el dinero? ¡Nosotros le ayudaremos a que lo gane!

Había una cabina con cuatro personas. Tres de ellas te vendían sus selecciones por cincuenta centavos, la otra por un dólar. Madge me dijo que comprase dos programas y un folleto informativo. El folleto, me dijo, trae el historial de los caballos. Luego me explicó cómo tenía que hacer para apostar.

-¿Sirven aquí cerveza? -pregunté.

-Sí claro. Hay un bar.

Cuando entramos, resultó que los asientos estaban ocupados. Encontramos un banco atrás, donde había como una zona tipo parque, cogimos dos cervezas y abrimos el folleto. Era sólo un montón de números.

-Yo sólo apuesto a los nombres de los caballos -dijo ella.

-Bájate la falda. Están todos viéndote el culo.

-¡Oh! Perdona.

-Toma seis dólares. Será lo que apuestes hoy.

-Oh, Harry, eres todo corazón -dijo ella.

En fin, estudiamos todo detenidamente, quiero decir estudié, y tomamos otra cerveza y luego fuimos por debajo de la tribuna a primera fila de pista. Los caballos salían para la primera carrera. Con aquellos hombrecitos encima vestidos con aquellas camisas de seda tan brillantes. Algunos espectadores chillaban cosas a los jinetes, pero los jinetes les ignoraban. Ignoraban a los aficionados y parecían incluso un poco aburridos.

-Ese es Willie Shoemaker -dijo Madge, señalándome a uno. Willie Shoemaker parecía a punto de bostezar. Yo también estaba aburrido. Había demasiada gente y había algo en la gente que resultaba depresivo.

-Ahora vamos a apostar -dijo ella.

Le dije dónde nos veríamos después y me puse en una de las colas de dos dólares ganador. Todas las colas eran muy largas. Yo tenía la sensación de que la gente no quería apostar. Parecían inertes. Cogí mi boleto justo cuando el anunciador decía: «¡Están en la puerta!».

Encontré a Madge. Era una carrera de kilómetro y medio y nosotros estábamos en la línea de meta.

-Elegí a Colmillo Verde -le dije.

-Yo también -dijo ella.

Tenía la sensación de que ganaríamos. Con un nombre como aquél y la última carrera que había hecho, parecía seguro. Y con siete a uno.

Salieron por la puerta y el anunciador empezó a llamarlos. Cuando llamó a Colmillo Verde, muy tarde, Madge gritó:

-¡COLMILLO VERDE!

Yo no podía ver nada. Había gente por todas partes. Dijeron más nombres y luego Madge empezó a saltar y a gritar:

¡COLMILLO VERDE! ¡COLMILLO VERDE!

Todos gritaban y saltaban. Yo no decía nada. Luego, llegaron los caballos.

-¿Quién ganó? -pregunté.

-No sé -dijo Madge-. Es emocionante, ¿eh?

-Sí.

Luego, pusieron los números. El favorito 7/5 había ganado, un 9/2 quedaba segundo y un 3 tercero.

Rompimos los boletos y volvimos a nuestro banco.

Miramos el folleto para la siguiente carrera.

-Apartémonos de la línea de meta para poder ver algo la próxima vez.

-De acuerdo -dijo Madge.

Tomamos un par de cervezas.

-Todo esto es estúpido -dije-. Esos locos saltando y gritando, cada uno a un caballo distinto. ¿Qué pasó con Colmillo Verde?

-No sé. Tenía un nombre tan bonito.

-Pero los caballos no saben cómo se llaman... El nombre no les hace correr.

-Estás enfadado porque perdiste la carrera. Hay muchas más carreras.

Tenía razón. Las había.

Seguimos perdiendo. A medida que pasaban las carreras, la gente empezaba a parecer muy desgraciada, desesperada incluso. Parecían abrumados, hoscos. Tropezaban contigo, te empujaban, te pisaban y ni siquiera decían «perdón». O «lo siento».

Yo apostaba automáticamente, sólo porque ella estaba allí. Los seis dólares de Madge se acabaron al cabo de tres carreras y no le di más. Me di cuenta de que era muy difícil ganar. Escogieras el caballo que escogieras, ganaba otro. Yo ya no pensaba en las probabilidades.

En la carrera principal aposté por un caballo que se llamaba Claremount III. Había ganado su última carrera fácilmente y tenía un buen tanteo. Esta vez llevé a Madge cerca de la curva final. No tenía grandes esperanzas de ganar. Miré el tablero y Claremount III estaba 25 a uno. Terminé la cerveza y tiré el vaso de papel. Doblaron la curva y el anunciador dijo:

-¡Ahí viene Claremount III!

Y yo dije:

-¡Oh, no!

-¿Apostaste por él? -dijo Madge.

-Sí -dije yo.

Claremount pasó a los tres caballos que iban delante de él, y se distanció en lo que parecían unos seis largos. Completamente solo.

-Dios mío -dije-, lo conseguí.

-¡Oh, Harry! ¡Harry!

-Vamos a tomar un trago -dije.

Encontramos un bar y pedí. Pero esta vez no pedí cerveza. Pedí whisky.

-Apostamos por Claremount III -dijo Madge al del bar.

-¿Sí? -dijo él.

-Sí -dije yo, intentando parecer veterano. Aunque no sabía cómo eran los veteranos del hipódromo.

Me volví y miré el marcador. CLAREMOUNT se pagaba a 52,40.

-Creo que se puede ganar a este juego -le dije a Madge -. Sabes, si ganas una vez no es necesario que ganes todas las carreras. Una buena apuesta, o dos, pueden dejarte cubierto.

-Así es, así es -dijo Madge.

Le di dos dólares y luego abrimos el folleto. Me sentía confiado. Recorrí los caballos. Miré el tablero.

-Aquí está -dije-. LUCKY MAX. Está nueve a uno ahora. El que no apueste por Lucky Max es que está loco. Es sin duda el mejor y está nueve a uno. Esta gente es tonta.

Fuimos a recoger mis 52,40.

Luego fui a apostar por Lucky Max. Sólo por divertirme, hice dos boletos de dos dólares con el ganador.

Fue una carrera de kilómetro y medio, con un final de carga de caballería. Debía haber cinco caballos en el alambre. Esperamos la foto. Lucky Max era el número seis. Indicaron cuál era el primero:

6.

Oh Dios mío todopoderoso. LUCKY MAX.

Madge se puso loca y empezó a abrazarme y besarme y dar saltos.

También ella había apostado por él. Había alcanzado un diez a uno. Se pagaba 22,80 dólares. Le enseñé a Madge el boleto ganador extra. Lanzó un grito. Volvimos al bar. Aún servían. Conseguimos beber dos tragos antes de que cerraran.

-Dejemos que se despejen las colas -dije-. Ya cobraremos luego.

-¿Te gustan los caballos, Harry?

-Se puede -dije-, se puede ganar, no hay duda.

Y allí estábamos, bebidas frescas en la mano, viendo bajar a la multitud por el túnel camino del aparcamiento.

-Por amor de Dios -le dije a Madge-, súbete las medias. Pareces una lavandera.

-¡Uy! ¡Perdona papaíto!

Mientras se inclinaba, la miré y pensé, pronto podré permitirme algo un poquillo mejor que esto.

Jajá.

 

No hay camino al paraíso

Charles Bukowski

Yo estaba sentado en un bar de la avenida Western. Era alrededor de medianoche y me encontraba en mi habitual estado de confusión. Quiero decir, bueno, ya sabes, nada funciona bien: las mujeres, el trabajo, el ocio el tiempo, los perros... Finalmente sólo puedes ir y sentarte atontado, totalmente noqueado, y esperar; como si estuvieses en una parada de autobús aguardando la muerte.

Bueno, pues yo estaba allí sentado y aquí entra una con el pelo largo y moreno, un bello cuerpo y tristes ojos marrones. Yo no di la vuelta para mirarla, seguí con mi vaso. La ignoré incluso cuando vino y se sentó a mi lado a pesar de que todos los demás asientos estaban vacíos. De hecho, éramos las únicas personas que había en el bar sin contar al encargado. Pidió un vino seco. Entonces me preguntó lo que estaba bebiendo.

-Escocés con agua -contesté.

-Y sírvale al señor un escocés con agua -le dijo al cantinero.

Bueno, esto no era muy normal.

Abrió su bolso, cogió una pequeña jaula, sacó de ella unos hombrecitos y los puso sobre la barra. Tenían alrededor de diez centímetros de altura, estaban apropiadamente vestidos y parecían tener vida. Eran cuatro: dos mujeres y dos hombres.

-Ahora los hacen así -dijo ella-. Son muy caros. Me costaron cerca de 2000 dólares cada uno cuando los compré. Ahora ya valen cerca de 2400. No conozco el proceso de fabricación pero probablemente sea ilegal.

Estaban paseando sobre la barra. De repente, uno de los hombrecitos abofeteó a una de las pequeñas mujeres.

-¡Tú, perra! -dijo-. No quiero saber nada más de ti.

-¡No, George, no puedes hacerme esto! -gritaba ella llorando-. ¡Yo te amo! ¡Me mataré! ¡Te necesito!

-No me importa -dijo el hombrecito, y sacó un minúsculo cigarrillo, encendiéndolo con gesto altivo-. Tengo derecho a hacer lo que me dé la gana.

-Si tú no la quieres -dijo el otro hombrecito- yo me quedo con ella, la amo.

-Pero yo no te quiero a ti, Marty. Yo estoy enamorada de George.

-Pero él es un cabrón, Anna, un verdadero cabronazo.

-Lo sé, pero lo amo de todos modos.

Entonces el pequeño cabrón se fue hacia la otra mujercita y la besó.

-Creo que se me está formando un triángulo -dijo la señorita que me había invitado al whisky–. Te los presentaré. Ese es Marty, y George, y Anna y Ruthie. George va de bajada, se lo hace bien. Marty es una especie de cabeza cuadrada.

-¿No es triste mirar todo esto? Eh... ¿Cómo te llamas?

-Dawn. Un nombre horrible, pero eso es lo que a veces les hacen las madres a sus hijos.

-Yo soy Hank. ¿Pero no es triste...?

-No, no es triste mirar todo esto. Yo no he tenido mucha suerte con mis propios amores, una suerte horrible, a decir verdad.

-Todos tenemos una suerte horrible.

-Supongo que sí. De todos modos, me compré estos hombrecitos y ahora me entretengo mirándolos, es como no tener ninguno de los problemas, pero tenerlo todo presente. Lo malo es que me pongo terriblemente caliente cuando empiezan a hacer el amor. Es la parte más difícil para mí.

-¿Son sexys?

-¡Muy, muy sexys! ¡Dios, me ponen de verdad caliente!

-¿Por qué no los pones a que lo hagan? Quiero decir, ahora mismo. Podremos mirarlos juntos.

-Oh, no se pueden manejar, tienen que ponerse a hacerlo por su cuenta.

-¿Y lo hacen a menudo?

-Oh, son bastante buenos. Lo hacen cerca de cuatro o cinco veces por semana.

Mientras tanto, ellos paseaban por la barra.

-Escucha -decía Marty-, dame una oportunidad. Sólo dame una oportunidad, Anna...

-No -decía la pequeña Anna-, mi amor pertenece a George. No puede ser de otra manera.

George estaba besando a Ruthie, acariciando sus pechos. Ruthie estaba empezando a calentarse.

-Ruthie está empezando a calentarse -le dije a Dawn.

-Sí que lo está. Está empezando de verdad.

Yo también me estaba excitando. Abracé a Dawn y la besé.

-Mira -dijo ella-, no me gusta que hagan el amor en público. Me los voy a llevar a casa y que lo hagan allí.

-Pero entonces no podré verlo.

-Bueno, sólo tienes que venir conmigo y podrás.

-De acuerdo -dije- vámonos.

Acabé mi bebida y salimos juntos. Ella llevaba a los hombrecitos metidos en la jaula. Subimos al coche y los pusimos entre nosotros en el asiento delantero. Miré a Dawn. Era realmente joven y bella. Parecía también inteligente. ¿Cómo podía haber fracasado con los hombres? Bueno, había tantos modos de fracasar unas relaciones... Los hombrecitos le habían costado 8000 dólares. Todo eso sólo para alejarse de las relaciones sexuales sin alejarse de ellas. Su casa estaba cerca de las colinas, un sitio agradable. Salimos del coche y fuimos hacia la puerta. Yo llevaba a la gentecilla en la jaula mientras Dawn abría la puerta.

-Estuve oyendo a Randy Newman la semana pasada en el Trobador. ¿Verdad que es grande? -me preguntó.

-Sí que lo es -contesté.

Entramos y Dawn abrió la jaula y los sacó y los puso sobre la mesita de café. Entonces se metió en la cocina y abrió el refrigerador y sacó una botella de vino. La trajo en compañía de dos copas.

-Perdona -dijo- pero pareces un poco chiflado. ¿En qué trabajas?

-Soy escritor.

-¿Y vas a escribir algo acerca de esto?

-Nunca se lo creerá nadie, pero lo escribiré.

-Mira -dijo Dawn- George le ha quitado las bragas a Ruthie. Le está metiendo el dedo. ¿Un poco de hielo?

-Sí, ya lo veo. No, no quiero hielo. El tipo va bien derecho.

-No sé -dijo Dawn-, pero de verdad que me excita mirarlos. Quizás es porque son tan pequeños. Realmente me calientan.

-Entiendo lo que quieres decir.

-Mira, George la está tumbando, se lo va a hacer.

-Sí, allá van.

-¡Míralos!

-¡Dios o la puta!

Abracé a Dawn. Comenzamos a besarnos. Cuando parábamos, sus ojos pasaban de mirarme a mí a mirar a los hombrecitos fornicando, y luego volvía a mirarme de nuevo a los ojos. Yo seguía siempre su mirada.

El pequeño Marty y la pequeña Anna también estaban mirando.

-Mira -decía Marty-, ellos lo están haciendo. Nosotros deberíamos hacerlo también. Incluso las personas grandes van a hacerlo. ¡Míralos!

-¿Oíste eso? -le pregunté a Dawn-. Ellos dicen que vamos a hacerlo, ¿es verdad eso?

-Espero que sea verdad -dijo Dawn.

La tumbé sobre el sofá y le subí la falda por encima de los muslos. La besé a lo largo del cuello.

-Te amo -dije.

-¿De verdad? ¿De verdad?

-Sí, de alguna manera, sí...

-De acuerdo -dijo la pequeña Anna al pequeño Marty- podemos hacerlo nosotros también, pero que quede claro que yo no te quiero.

Se abrazaron en medio de la mesita de café. Yo le había quitado ya a Dawn las bragas. Dawn gemía. La pequeña Ruthie gemía. Marty se la metió por fin a la pequeña Anna. Estaba pasando en todas partes. Me pareció como si toda la gente del mundo estuviese haciéndolo. Entonces me olvidé de toda la otra gente del mundo. Nos fuimos al dormitorio y allí se la metí a Dawn en una larga y tranquila cabalgada...

Cuando ella salió del baño yo estaba leyendo una estúpida historia en el Playboy.

-Estuvo tan bien -dijo.

-Fue un placer -contesté.

Se volvió a meter en la cama conmigo. Dejé la revista.

-¿Crees que nos lo podemos hacer juntos? -me preguntó.

-¿Qué quieres decir?

-Quiero decir que si tú crees que podemos seguir así, juntos, durante algún tiempo.

-No sé. Las cosas ocurren. El principio siempre es lo más fácil.

Entonces escuchamos un grito proveniente de la salita. «Oh oh», dijo Dawn. Se levantó y salió corriendo de la habitación. Yo la seguí.

Cuando llegué, ella estaba sosteniendo a George en sus manos.

-¡Oh, Dios mío!

-Qué ha pasado?

-Anna se lo hizo.

-¿Qué le hizo?

-¡Le cortó las pelotas! ¡George es un eunuco!

-¡Uau!

-¡Tráeme algo de papel higiénico, rápido! ¡Se está desangrando!

-Ese hijo de puta -decía la pequeña Anna desde la mesita de café- si yo no puedo tener a George, nadie lo tendrá.

-¡Ahora las dos me pertenecen! -dijo Marty.

-Ah no, tienes que elegir una de nosotras -dijo Anna.

-¿A cuál prefieres? -preguntó Ruthie.

-Yo las amo a las dos -dijo Marty.

-Ha parado de sangrar -dijo Dawn -se está quedando frío.

Envolvió a George en un pañuelo y lo puso sobre el mantel.

-Quiero decir -dijo Dawn- que si tú crees que lo nuestro no va a funcionar, no quiero seguir por más tiempo.

-Creo que te amo, Dawn -dije.

-Mira -dijo ella-. ¡Marty está abrazando a Ruthie!

-¿Crees que van a hacerlo?

-No sé. Parecen excitados.

Dawn cogió a Anna y la metió en la pequeña jaula.

-¡Déjenme salir! ¡Los mataré a los dos! ¡Déjenme salir! -gritaba.

George gimió desde el interior del pañuelo sobre el mantel. Marty le había quitado las bragas a Ruthie. Yo me atraje a Dawn. Era joven, bella e inteligente. Podía volver a estar enamorado. Era posible. Nos besamos. Me sumergí en sus grandes ojos marrones. Entonces me levanté y eché a correr. Sabía dónde estaba. Una cucaracha y un águila hacían el amor. El tiempo era un bobo con un banjo. Seguía corriendo. Su larga cabellera me caía por la cara.

-¡Mataré a todo el mundo! -gritaba la pequeña Anna. Se agitaba sacudiendo su jaula de alambre a las tres de la madrugada.

 

LA MÁQUINA DE FOLLAR

CHARLES BUKOWSKI

 

hacía mucho calor aquella noche en el Bar de Tony. ni siquiera pensaba en follar. sólo en beber cerveza fresca. Tony nos puso un par para mí y para Mike el Indio, y Mike sacó el dinero. le dejé pagar la primera ronda. Tony lo echó en la caja registradora, aburrido, y miró alrededor... había otros cinco o seis mirando sus cervezas. imbéciles. así que Tony se sentó con nosotros.

-¿qué hay de nuevo, Tony? -pregunté.

-es una mierda -dijo Tony.

-no hay nada nuevo.

-mierda -dijo Tony.

-ay, mierda -dijo Mike el Indio.

bebimos las cervezas.

-¿qué piensas tú de la Luna? -pregunté a Tony.

-mierda -dijo Tony.

-sí -dijo Mike el Indio-, el que es un carapijo en la Tierra, es un carapijo en la Luna, qué mas da.

-dicen que probablemente no haya vida en Marte -comenté.

-¿y qué coño importa? -preguntó Tony.

-ay, mierda -dije-. dos cervezas más.

Tony las trajo, luego volvió a la caja con su dinero. lo guardó. volvió.

-mierda, vaya calor. me gustaría estar más muerto que los antiguos.

-¿adónde crees tú que van los hombres cuando mueren, Tony?

-¿y qué coño importa?

-¿tú no crees en el Espíritu Humano?

-¡eso son cuentos!

-¿y qué piensas del Che, de Juana de Arco, de Billy el Niño, y de todos esos?

-cuentos, cuentos.

bebimos las cervezas pensando en esto.

-bueno -dije-, voy a echar una meada.

fui al retrete y allí, como siempre, estaba Petey el Búho.

la saqué y empecé a mear.

-vaya polla más pequeña que tienes -me dijo.

-cuando meo y cuando medito sí. pero soy lo que tú llamas un tipo elástico. cuando llega el momento, cada milímetro de ahora se convierte en seis.

-hombre, eso está muy bien, si es que no me engañas. porque ahí veo por lo menos cinco centímetros.

-es sólo el capullo.

-te doy un dólar si me dejas chupártela.

-no es mucho.

-eso es más que el capullo. seguro que no tienes más que eso.

-vete a la mierda, Petey.

-ya volverás cuando no te quede dinero para cerveza.

volví a mi asiento.

-dos cervezas más -pedí.

Tony hizo la operación habitual. luego volvió.

-vaya calor, voy a volverme loco -dijo.

-el calor te hace comprender precisamente cuál es tu verdadero yo -le expliqué a Tony.

-¡corta ya! ¿me estás llamando loco?

-la mayoría lo estamos. pero permanece en secreto.

-sí, claro, suponiendo que tengas razón en esa chorrada, dime, ¿cuántos hombres cuerdos hay en la tierra? ¿hay alguno?

-unos cuantos.

-¿cuántos?

-¿de todos los millones que existen?

-sí, sí.

-bueno, yo diría que cinco o seis.

-¿cinco o seis? -dijo Mike el Indio-. ¡hombre no jodas!

-¿cómo sabes que estoy loco? di -dijo Tony-. ¿cómo podemos funcionar si estamos locos?

-bueno, dado que estamos todos locos, hay sólo unos cuantos para controlarnos, demasiado pocos, así que nos dejan andar por ahí con nuestras locuras. de momento, es todo lo que pueden hacer. yo en tiempos creía que los cuerdos podrían encontrar algún sitio donde vivir en el espacio exterior mientras nos destruían. pero ahora sé que también los locos controlan el espacio.

-¿cómo lo sabes?

-porque ya plantaron la bandera norteamericana en la luna.

-¿y si los rusos hubieran plantado una bandera rusa en la luna?

-sería lo mismo -dije.

-¿entonces tú eres imparcial? -preguntó Tony.

-soy imparcial con todos los tipos de locura.

silencio. seguimos bebiendo. Tony también; empezó a servirse whisky con agua. podía; era el dueño.

-coño, qué calor hace -dijo Tony.

-mierda, sí -dijo Mike el Indio.

entonces Tony empezó a hablar.

-locura -dijo- ¿y si os dijera que ahora mismo está pasando algo de auténtica locura?

-claro -dije.

-no, no, no... ¡quiero decir AQUI, en mi bar!

-¿sí?

-sí. algo tan loco que a veces me da miedo.

-explícame eso, Tony -dije, siempre dispuesto a escuchar los cuentos de los otros.

Tony se acercó más.

-conozco a un tío que ha hecho una máquina de follar. no esas chorradas de las revistas de tías. esas cosas que se ven en los anuncios.

botellas de agua caliente con coños de carne de buey cambiables, todas esas chorradas. este tipo lo ha conseguido de veras. es un científico alemán, lo cogimos nosotros, quiero decir nuestro gobierno. antes de que pudieran agarrarlo los rusos. no lo contéis por ahí.

-claro hombre, no te preocupes...

-von Brashlitz. el gobierno intentó hacerle trabajar en el ESPACIO. no hubo nada que hacer. es un tipo muy listo, pero no tiene en la cabeza más que esa MAQUINA DE FOLLAR. al mismo tiempo, se considera una especie de artista, a veces dice que es Miguel Angel... le dieron una pensión de quinientos dólares al mes para que pudiera seguir lo bastante vivo para no acabar en un manicomio. anduvieron vigilándole un tiempo, luego se aburrieron o se olvidaron de él, pero seguían mandándole los cheques, y de vez en cuando, una vez al mes o así, iba un agente y hablaba con él diez o veinte minutos, mandaba un informe diciendo que aún seguía loco y listo. así que él andaba por ahí de un sitio a otro, con su gran baúl rojo hasta que, por fin, una noche, llega aquí y empieza a beber. me cuenta que es sólo un viejo cansado, que necesita un lugar realmente tranquilo para hacer sus experimentos. y le escondí aquí. aquí vienen muchos locos, ya sabéis.

-sí -dije yo.

-luego, amigos, empezó a beber cada vez más, y acabó contándomelo.

había hecho una mujer mecánica que podía darle a un hombre más gusto que ninguna mujer real de toda la historia... además sin tampax, ni mierdas, ni discusiones.

-llevo toda la vida buscando una mujer así -dije yo.

Tony se echó a reír.

-y quién no. yo creía que estaba chiflado, claro, hasta que una noche después de cerrar subí con él y sacó la MAQUINA DE FOLLAR del baúl rojo.

-¿y?

-fue como ir al cielo antes de morir.

-déjame que imagine el resto -le pedí.

-imagina.

-von Brashlitz y su MAQUINA DE FOLLAR están en este momento arriba, en esta misma casa.

-eso es -dijo Tony.

-¿cuánto?

-veinte billetes por sesión.

-¿veinte billetes por follarse una máquina?

-ese tipo ha superado a lo que nos creó, fuese lo que fuese. ya lo

verás.

-Petey el Búho me la chupa y me da un dólar.

-Petey el Búho no está mal, pero no es un invento que supere a los dioses.

le di mis veinte.

-te advierto, Tony, que si se trata de una chifladura del calor, perderás a tu mejor cliente.

-como dijiste antes, todos estamos locos de todas formas. Puedes subir.

-de acuerdo -dije.

-vale -dijo Mike el Indio-. aquí están mis veinte.

-os advierto que yo sólo me llevo el cincuenta por ciento. el resto es para von Brashlitz. quinientos de pensión no es mucho con la inflación y los impuestos, y von B. bebe cerveza como un loco.

-de acuerdo -dije-. ya tienes los cuarenta. ¿dónde está esa inmortal MAQUINA DE FOLLAR?

Tony levantó una parte del mostrador y dijo:

-pasad por aquí. tenéis que subir por la escalera del fondo. Cuando lleguéis llamáis y decís «nos manda Tony».

-¿en cualquier puerta?

-la puerta 69.

-vale -dije-, ¿qué más?

-listo -dijo Tony-, preparad las pelotas.

encontramos la escalera. subimos.

-Tony es capaz de todo por gastar una broma -dije.

llegamos. allí estaba: puerta 69.

llamé:

-nos manda Tony.

-¡oh, pasen, pasen, caballeros!

allí estaba aquel viejo chiflado con aire de palurdo, vaso de cerveza en la mano, gafas de cristal doble. como en las viejas películas. tenía visita al parecer, una tía joven, casi demasiado, parecía frágil y fuerte al mismo tiempo.

cruzó las piernas, toda resplandeciente: rodillas de nylon, muslos de nylon, y esa zona pequeña donde terminan las largas medias y empieza justo esa chispa de carne. era todo culo y tetas, piernas de nylon, risueños ojos de límpido azul...

-caballeros... mi hija Tanya...

-¿qué?

-sí, ya lo sé, soy tan... viejo... pero igual que existe el mito del negro que está siempre empalmado, existe el de los sucios viejos alemanes que no paran de follar. pueden creer lo que quieran. de todos modos, ésta es mi hija Tanya...

-hola, muchachos -dijo ella sonriendo.

luego todos miramos hacia la puerta en que había ese letrero: SALA DE ALMACENAJE DE LA MAQUINA DE FOLLAR.

terminó su cerveza.

-bueno... supongo, muchachos, que venís a por el mejor POLVO de todos los tiempos...

-¡papaíto! -dijo Tanya-. ¿por qué tienes que ser siempre tan grosero?

Tanya recruzó las piernas, más arriba esta vez, y casi me corro.

luego, el profesor terminó otra cerveza, se levantó y se acercó a la puerta del letrero SALA DE ALMACENAJE DE LA MAQUINA DE FOLLAR. se volvió y nos sonrió. luego, muy despacio, abrió la puerta. entró y salió rodando aquel chisme que parecía una cama de hospital con ruedas.

el chisme estaba DESNUDO, una mesa de metal.

el profesor nos plantó aquel maldito traste delante y empezó a tararear una cancioncilla, probablemente algo alemán.

una masa de metal con aquel agujero en el centro. el profesor tenía una lata de aceite en la mano, la metió en el agujero y empezó a echar sin parar de aquel aceite. sin dejar de tararear aquella insensata canción alemana.

y siguió un rato echando aceite hasta que por fin nos miró por encima del hombro y dijo: «bonita, ¿eh?». luego, volvió a su tarea, a seguir bombeando aceite allí dentro.

Mike el Indio me miró, intentó reírse, dijo:

-maldita sea... ¡han vuelto a tomarnos el pelo!

-si -dije yo-, estoy como si llevara cinco años sin echar un polvo, pero tendría que estar loco para meter el pijo en ese montón de chatarra.

von Brashlitz soltó una carcajada. se acercó al armario de bebidas. sacó otro quinto de cerveza, se sirvió un buen trago y se sentó frente a nosotros.

-cuando empezamos a saber en Alemania que estaba perdida la guerra, y empezó a estrecharse el cerco, hasta la batalla final de Berlín, comprendimos que la guerra había tomado un giro nuevo: la auténtica guerra pasó a ser entonces quién agarraba más científicos alemanes. si Rusia conseguía la mayoría de los científicos o si los conseguía Norteamérica... los que más consiguieran serían los primeros en llegar a la Luna, los primeros en llegar a Marte... los primeros en todo. en fin, el resultado exacto no lo sé... numéricamente o en términos de energía cerebral científica. sólo sé que los norteamericanos me cogieron primero, me agarraron, me metieron en un coche, me dieron un trago, me pusieron una pistola en la sien, hicieron promesas, hablaron y hablaron. yo lo firmé todo...

-todas esas consideraciones históricas me parecen muy bien -dije yo-.

pero no voy a meter la polla, mi pobrecita polla, en ese cacharro de acero o de lo que sea. Hitler debía ser realmente un loco para confiar en usted. ¡ojalá le hubieran echado el guante los rusos! ¡yo lo que quiero es que me devuelvan mis veinte dólares!

von Brashlitz se echó a reír.

-jiii jiii jiii ji... es sólo mi bromita de siempre. jiii jiii jiii ji!

metió otra vez el cacharro en el cuartito. cerró la puerta.

-¡ay, ji jiii ji! -bebió otro trago de schnaps.

luego se sirvió más. lo liquidó.

-caballeros, ¡yo soy un artista y un inventor! mi MAQUINA DE FOLLAR es en realidad mi hija, Tanya...

-¿más chistecitos, von? -pregunté.

-¡no es ningún chiste! ¡Tanya! ¡ponte en el regazo de este caballero!

Tanya soltó una carcajada, se levantó, se acercó, y se sentó en mi regazo.

¿Una MAQUINA DE FOLLAR? ¡no podía serlo! su piel era piel, o lo parecía, y su lengua cuando entró en mi boca al besarnos, no era mecánica... cada movimiento era distinto, y respondía a los míos.

me lancé inmediatamente, le arranqué la blusa, le metí mano en las bragas, hacía años que no estaba tan caliente; luego nos enredamos; de algún modo acabamos de pie... y la entré de pie, tirándole de aquel pelo largo y rubio, echándole la cabeza hacia atrás, luego bajando, separándole las nalgas y acariciándole el ojo del culo mientras le atizaba, y se corrió... la sentí estremecerse, palpitar, y me corrí también.

¡nunca había echado polvo mejor!

Tanya se fue al baño, se limpió y se duchó, y volvió a vestirse para Mike el Indio. supuse.

-el mayor invento de la especie humana -dijo muy serio von Brashlitz.

tenía toda la razón.

por fin Tanya salió y se sentó en mi regazo.

-¡NO! ¡NO! ¡TANYA! ¡AHORA LE TOCA AL OTRO! ¡CON ESE ACABAS DE FOLLAR!

ella parecía no oír, y era extraño, incluso en una MAQUINA DE FOLLAR, porque yo nunca había sido muy buen amante, la verdad.

-¿me amas? -preguntó.

-sí.

-te amo, y soy muy feliz. y... teóricamente no estoy viva. ya lo sabes, ¿verdad?

-te amo, Tanya, eso es lo único que sé.

-¡cago en tal! -chilló el viejo-. ¡esta JODIDA MAQUINA!

se acercó a la caja barnizada en que estaba escrita la palabra TANYA a un lado. salían unos pequeños cables; había marcadores y agujas que temblequeaban, y varios indicadores, luces que se apagaban y se encendían, chismes que tictaqueaban... von B. era el macarra más loco que había visto en mi vida. empezó a hurgar en los marcadores, luego miró a Tanya:

-¡25 AÑOS! ¡toda una vida casi para construirte! ¡tuve que esconderte incluso de HITLER! y ahora... ¡pretendes convertirte en una simple y vulgar puta!

-no tengo veinticinco -dijo Tanya-. tengo veinticuatro.

-¿lo ves? ¿lo ves? ¡como una zorra normal y corriente!

volvió a sus marcadores.

-te has puesto un carmín distinto -dije a Tanya.

-¿te gusta?

-¡oh, sí!

se inclinó y me besó.

von B. seguía con sus marcadores. tenía el presentimiento de que ganaría él.

von Brashlitz se volvió a Mike el Indio:

-no se preocupe, confíe en mí, no es más que una pequeña avería. lo arreglaré en un momento.

-eso espero -dijo Mike el Indio-. se me ha puesto en treinta y cinco centímetros esperando y he pagado veinte dólares.

-te amo -me dijo Tanya-. no volveré a follar con ningún otro hombre.

si puedo tenerte a ti, no quiero a nadie más.

- te perdonaré Tanya, hagas lo que hagas.

el profe estaba corridísimo. seguía con los cables pero nada lograba.

-¡TANYA! ¡AHORA TE TOCA FOLLAR CON EL OTRO! estoy... cansándome ya... tengo que echar otro traguito de aguardiente... dormir un poco... Tanya...

-oh -dijo Tanya- ¡este jodido viejo! ¡tú y tus traguitos, y luego te pasas la noche mordisqueándome las tetas y no puedo dormir! ¡ni siquiera eres capaz de conseguir un empalme decente! ¡eres asqueroso!

-¿COMO?

-¡DIJE «QUE NI SIQUIERA ERES CAPAZ DE CONSEGUIR UN EMPALME DECENTE»!

-¡esto lo pagarás Tanya! ¡eres creación mía, no yo creación tuya!

seguía hurgando en sus mágicos marcadores. quiero decir, en la máquina. estaba fuera de sí, pero se veía claramente que la rabia le daba una clarividencia que le hacía superarse.

-es sólo un momento, caballero -dijo dirigiéndose a Mike-. ¡sólo tengo que ajustar los cuadros electrónicos! ¡un momento! ¡vale! ¡ya está!

entonces se levantó de un salto. aquel tipo al que habían salvado de los rusos.

miró a Mike el Indio.

-¡ya está arreglado! ¡la máquina está en orden! ¡a divertirse caballero!

luego, se acercó a su botella de aguardiente, se sirvió otro pelotazo y se sentó a observar.

Tanya se levantó de mi regazo y se acercó a Mike el Indio. vi que Tanya y Mike el Indio se abrazaban.

Tanya le bajó la cremallera. le sacó la polla, ¡menuda polla tenía el tío! había dicho treinta y cinco centímetros, pero parecían por lo menos cincuenta.

luego Tanya rodeó con las manos la polla de Mike.

él gemía de gozo.

luego la arrancó de cuajo. la tiró a un lado.

vi el chisme rodar por la alfombra como una disparatada salchicha, dejando tristes regueruelos de sangre. fue a dar contra la pared. allí se quedó como algo con cabeza pero sin piernas y sin lugar alguno a donde ir... lo cual era bastante cierto.

luego, allá fueron las BOLAS volando por el aire. una visión saltarina y pesada. simplemente aterrizaron en el centro de la alfombra y no supieron qué hacer más que sangrar.

así que sangraron.

von Brashlitz, el héroe de la invasión rusonorteamericana, miró ásperamente lo que quedaba de Mike el Indio, mi viejo camarada de sople, rojo rojo allá en el suelo, manando por su centro... von B. se dio el piro, escaleras abajo...

la habitación 69 había hecho de todo salvo aquello.

luego le pregunté a ella:

-Tanya, habrá problemas aquí muy pronto. ¿por qué no dedicamos el número de la habitación a nuestro amor?

-¡como quieras, amor mío!

lo hicimos, justo a tiempo; y luego entraron aquellos idiotas.

uno de aquellos enterados declaró entonces muerto a Mike el Indio.

y como von B. era una especie de producto del gobierno norteamericano, en seguida se llenó aquello de gente, varios funcionarios de mierda de diversos tipos, bomberos, periodistas, la pasma, el inventor, la CIA, el FBI y otras diversas formas de basura humana.

Tanya vino y se sentó en mi regazo.

-ahora me matarán. procura no entristecerte, por favor.

no contesté.

luego von Brashlitz se puso a chillar, apuntando a Tanya:

-¡SE LO ASEGURO, CABALLEROS, ELLA NO TIENE NINGUN SENTIMIENTO! ¡CONSEGUI QUE HITLER NO LA AGARRASE! ¡se lo aseguro, no es más que una MAQUINA!

todos se limitaron a quedarse allí mirándole. nadie le creía.

era ni más ni menos la máquina más bella, la mujer por así decirlo, que habían visto en su vida.

-¡maldita sea! ¡majaderos! toda mujer es una máquina de follar, ¿es que no se dan cuenta? ¡apuestan al mejor caballo! ¡EL AMOR NO EXISTE! ¡ES UN ESPEJISMO DE CUENTO DE HADAS COMO LOS REYES MAGOS!

aun así no le creían.

-¡ESTO es sólo una máquina! ¡no tengan ningún MIEDO! ¡MIREN!

von Brashlitz agarró uno de los brazos de Tanya.

lo arrancó de cuajo del cuerpo.

y dentro, dentro del agujero del hombro, se veía claramente, no había más que cables y tubos, cosas enroscadas y entrelazadas, además de cierta sustancia secundaria que recordaba vagamente la sangre.

y yo vi a Tanya allí de pie con aquellos alambres enroscados colgándole del hombro donde antes tenía el brazo. me miró:

-¡por favor, hazlo por mí! recuerda que te pedí que no te pusieras triste.

vi como se echaban sobre ella, como la destrozaban y la violaban y la mutilaban.

no pude evitarlo. apoyé la cabeza en las rodillas y me eché a llorar...

Mike el Indio nunca llegó a cobrarse sus veinte dólares.

pasaron unos meses. no volví al bar. hubo juicio, pero el gobierno eximió de toda culpa a von B. y a su máquina. me trasladé a otra ciudad. lejos. y un día estaba sentado en la peluquería y cogí una revista pornográfica. había un anuncio:

«¡Hinche su propia muñequita! veintinueve dólares noventa y cinco.

goma resistente, muy duradera. cadenas y látigos incluidos en el lote.

un bikini, sostén, bragas, dos pelucas, barra de labios y un tarrito de poción de amor incluidos. von Brashlitz Co.».

envié un pedido. a un apartado de Massachusetts. también él se había trasladado.

el paquete llegó al cabo de unas tres semanas. fue bastante embarazoso porque yo no tenía bomba de bicicleta, y me puse muy caliente cuando saqué todo aquello del paquete. tuve que bajar a la gasolinera de la esquina y utilizar la bomba de aire.

hinchada tenía mejor pinta. grandes tetas, un culo. inmenso.

-¿qué es eso que tiene ahí, amigo? -me preguntó el de la gasolinera.

-oiga, oiga, yo le he pedido prestado un poco de aire. soy un buen cliente, ¿no?

-bueno, bueno, puede coger el aire. pero es que no puedo evitar la curiosidad... ¿qué tiene ahí?

-¡vamos, déjeme en paz! -dije.

-¡DIOS MIO! ¡que TETAS! ¡mire, mire!

-¡ya las veo, imbécil!

le dejé con la lengua fuera, me eché el chisme al hombro y volví a casa. me metí en el dormitorio.

aún estaba por plantearse la gran cuestión...

abrí las piernas buscando algún tipo de abertura.

von B. no lo había hecho mal del todo.

me eché encima y empecé a besar aquella boca de goma. de cuando en cuando echaba mano a una de las gigantescas tetas de goma y la chupaba. le había puesto una peluca amarilla y me había frotado con la poción de amor toda la polla. no hizo falta mucha poción de amor, con la del tarro habría para un año.

la besé apasionadamente detrás de las orejas, le metí el dedo en el culo y le di sin parar. luego la dejé, di un salto, le encadené los brazos a la espalda, con el candadito y la llave, y le azoté el culo de lo lindo con los látigos.

¡dios mío, voy a volverme loco! pensé.

después de azotarla bien, volví a metérsela. follé y follé. era más bien aburrido, la verdad. imaginé perros follando con gatas; imaginé dos personas follando en el aire mientras caían de un rascacielos. imaginé un coño grande como un pulpo, reptando hacia mí, apestoso, anhelante de orgasmo. recordé todas las bragas, rodillas, piernas, tetas y coños que había visto. la goma sudaba; yo sudaba.

-¡te amo, querida! -susurré jadeante en sus oídos de goma.

me fastidia admitirlo, pero me obligué a eyacular en aquella sarnosa masa de goma. no se parecía en nada a Tanya.

cogí una navaja de afeitar y destrocé el artefacto. lo tiré donde las latas vacías de cerveza.

¿cuántos hombres compran esos chismes absurdos en Norteamérica?

¿no pasas ante medio centenar de máquinas de joder si das una vuelta por cualquier calle céntrica de una gran ciudad de Norteamérica? con la única diferencia de que éstas pretenden ser mujeres.

pobre Mike el Indio, con su polla muerta de cincuenta centímetros.

todos los pobres mikes. todos los que escalan el Espacio. todas las putas de Vietnam y Washington.

pobre Tanya, con su vientre que había sido el vientre de un cerdo. sus venas que habían sido las venas de un perro. apenas cagaba o meaba, follar, sólo follaba (corazón, voz y lengua prestados por otros). por entonces, sólo debían haber hecho unos diecisiete transplantes de órganos. von B. iba muy por delante de todos.

pobre Tanya, qué poco había comido la pobre... básicamente queso barato y uvas pasas. nunca había deseado dinero ni propiedades ni grandes coches nuevos, ni casas supercaras. jamás había leído el diario de la tarde. no deseaba en absoluto una televisión en color, ni sombreros nuevos, ni botas de lluvia, ni charlas de patio con mujeres idiotas; jamás había querido un marido médico, o corredor de bolsa, o miembro del Congreso o policía.

y el tipo de la gasolinera sigue preguntándome:

-oiga, ¿qué fue de aquello que trajo a hinchar aquel día?

pero ya no me lo preguntará más. voy a echar gasolina en otro sitio. y no volveré tampoco a la barbería donde vi la revista del anuncio de la muñeca de goma de von B. voy a intentar olvidarlo todo.

¿no harías tu lo mismo?